El arte de la personalización: bodas únicas e inolvidables
Tanto Rebeca como Manuel coinciden en que no hay dos bodas iguales, al igual que no hay dos parejas idénticas. “Cada pareja tiene su propia historia, su propio estilo, y eso es lo que intentamos reflejar en cada detalle de la boda”, comenta Rebeca. En lugar de ofrecer paquetes genéricos, tanto ella como Manuel se dedican a diseñar eventos a medida, tomando en cuenta los deseos, gustos y personalidades de los novios.
Uno de los aspectos más gratificantes de su trabajo es cuando las parejas les confían todos los detalles, sabiendo que el resultado final será exactamente lo que han imaginado, o incluso mejor. Rebeca recuerda con especial cariño una boda que organizó para una pareja que había venido desde Barcelona para casarse en Sevilla, en la Basílica de la Macarena. “Fue un reto, porque las familias no se hablaban, pero al final logramos crear una ceremonia íntima y emotiva, donde todos terminaron compartiendo la alegría de los novios”, recuerda Rebeca. Ese tipo de situaciones son las que hacen que su trabajo sea tan emocionante y gratificante.
Manuel, por su parte, ha trabajado en arreglos florales para bodas de todo tipo, desde las más pequeñas e íntimas hasta grandes celebraciones. Una de las bodas que más recuerda fue la de María y Jairo, una pareja con la que tenía un vínculo personal, ya que conocía a un familiar cercano que había fallecido. “Ellos confiaron en mí para decorar la iglesia de manera especial, en memoria de esa persona. Fue un momento lleno de emociones, y las flores jugaron un papel clave en rendir homenaje a su ser querido”, comenta Manuel. Estos momentos no solo son conmovedores para las parejas, sino también para los profesionales que participan en ellos.